lunes, 25 de febrero de 2013


Ettore Gotti Tedeschi, en una imagen de archivo / EFE
El  ex presidente del banco vaticano, investigado por lavado de dinero
Ettore Gotti Tedeschi y el director general del IOR, bajo la lupa de la fiscalía de Roma, que se ha incautado de 23 millones de euros.- La Santa Sede manifiesta su "asombro y perplejidad" y asegura que la información de la operación está en el Banco de Italia
MIGUEL MORA | ROMA

La fiscalía de Roma ha ordenado hoy a la policía financiera italiana incautarse de 23 millones de euros depositados en el Instituto para las Obras Religiosas (IOR), la banca del Vaticano. Fuentes cercanas a la investigación han afirmado que el banco dirigido por Ettore Gotti Tedeschi habría incurrido en un posible delito contra las normativas europeas del lavado de dinero negro al no haber comunicado a las autoridades italianas los nombres de dos clientes que ingresaron hace unos días en el Instituto 20 millones de euros y tres millones de euros, respectivamente.
Gotti Tedeschi y el director general del IOR han sido declarados sospechosos por la fiscalía. La Santa Sede ha manifestado su "perplejidad y asombro" por la iniciativa de la fiscalía y ha expresado la máxima confianza en ambos dirigentes, según se lee en una nota de la Secretaría de Estado. "Es conocida nuestra clara voluntad ya manifestada por las autoridades de la Santa Sede de actuar con plena transparencia en lo referido a las operaciones financieras del IOR. Ello implica el cumplimiento de todos los trámites destinados a prevenir el terrorismo y lavado de capitales". Según el Vaticano, los datos referidos a la operación investigada están ya disponibles en la oficina competente del Banco de Italia.
El Vaticano ha informado además de que el IOR está en contacto con el Banco de Italia, con la OCDE y otros organismos competentes para que la Santa Sede sea incluida en la llamadalista blanca, la lista de países que no son considerados paraísos fiscales.
Los posibles delitos cometidos por el IOR son contrarios al decreto ley número 231 del 2007, aprobado por el Gobierno de Romano Prodi, que incorpora al derecho italiano la normativa comunitaria sobre la prevención del lavado de dinero. Su violación implica la reclusión de seis meses a un año y una multa de entre 5.000 y 500.000 euros.
Gotti Tedeschi, ex presidente del Santander Consumer Bank, la división italiana del Grupo Santander, es un economista muy próximo al Opus Dei. Su nombramiento al frente del IOR en septiembre del 2009, aprobado por la comisión cardenalicia que supervisa el banco de la Santa Sede, se interpretó como un intento de poner orden en las controvertidas finanzas vaticanas.
En 2009, la publicación del libro Vaticano S. A, de Gianluigi Nuzzi, sacudió los cimientos del banco ya que el periodista italiano revelaba, gracias a los documentos legados por un ex dirigente del IOR, que el Instituto llevaba años lavando dinero de la mafia y abriendo cuentas secretas a nombre de políticos como Giulio Andreotti, banqueros y empresarios.
En 1982, la banca vaticana protagonizó el mayor escándalo de su historia con la quiebra fraudulenta del Banco Ambrosiano, entonces la mayor institución privada italiana y muy cercana al IOR que presidía el arzobispo estadounidense Paul Marcinckus, máximo dirigente del banco entre 1971 y 1989. El arzobispo masón se libró de ser juzgado y arrestado gracias a su pasaporte vaticano.
El caso incluyó las muertes (todavía no aclaradas) de Roberto Calvi , presidente del Ambrosiano y miembro de la logia masónica Propaganda Due (P2), que apareció colgado en el puente de los Frailes Negros de Londres en 1982; y del financiero siciliano Michele Sindona, también masón y conocido como el banquero de la mafia, que murió envenenado con una taza de café en la cárcel en 1986 mientras cumplía cadena perpetua por haber ordenado el asesinato de Giorgio Ambrosoli, el inspector del Banco de Italia que investigaba a los bancos de Sindona.

viernes, 22 de febrero de 2013

CARDENALES CÓMPLICES DE PEDERASTIA, INTEGRAN EL CÓNCLAVE




Los escándalos ensombrecen el cónclave
La protección de los sacerdotes acusados de pederastia y la corrupción en el Vaticano vuelven a aflorar en el momento de la despedida de Benedicto XVI

Un sacerdote pasea por el interior de la basílica de San Pedro. / A. TARANTINO (AP)
Los dos grandes escándalos que la Iglesia sigue intentando cerrar en falso, la protección durante décadas a los curas pederastas y la corrupción moral y económica de algunos miembros de la curia romana, se acaban de presentar en el zaguán del Vaticano justo en el momento más delicado, la renuncia de Benedicto XVI y la elección del nuevo papa.
A las dudas sobre si los cardenales investigados por encubrir a pederastas deben participar en el cónclave se unen ahora las revelaciones, cada vez más explícitas, sobre el contenido del informe secreto sobre el caso Vatileaks —la filtración masiva de documentos papales— encargado por Joseph Ratzinger a tres cardenales octogenarios. El documento, que fue conociendo el Papa a lo largo de 2012, supone —según el diario La Repubblica la confirmación de que destacados miembros de la jerarquía vaticana están implicados en luchas intestinas por el poder, el dinero e incluso el sexo.
“Todo gira en torno al sexto y al séptimo mandamiento”. La frase, que el periódico italiano pone en boca de una fuente conocedora del informe, viene a resumir que la comisión de actos impuros y el robo son los pecados, cuando no los delitos, que minan los cimientos del Vaticano. El diario abunda en el conocimiento por parte de Benedicto XVI del contenido del informe —elaborado por los cardenales Jozef Tomko, Salvatore De Giorgi y Julián Herranz— determinó en gran medida su renuncia. Desde principios de abril, justo después de su viaje a Cuba y México, hasta el pasado mes de diciembre, los cardenales fueron contando al Papa, y solo al Papa, el resultado de sus pesquisas.
Según La Repubblica, la comisión cardenalicia entrevistó a decenas de obispos, cardenales y laicos que fueron dibujando la situación actual del Vaticano. Esto es, una confluencia de grupos de poder articulados en función de las distintas congregaciones religiosas o de su lugar de procedencia, pero también de sus apetencias sexuales. Según la investigación, altos jerarcas de la Iglesia podrían estar siendo víctimas de “influencias externas” —una forma suave de decir chantaje— por culpa de “sus vínculos de naturaleza mundana”, o sea, por su relación con los bajos fondos.
Y, a partir de aquí, el informe que el Papa tendría guardado en la caja fuerte del apartamento pontificio para entregárselo a su sucesor sube sensiblemente de tono. El diario hace referencia a un escándalo que explotó en 2010 y cuyo protagonista fue Angelo Balducci, de 65 años, gentilhombre del Papa —un club laico relacionado con la curia romana— y por entonces presidente del Consejo Nacional de Obras Públicas con el Gobierno de Silvio Berlusconi. Balducci estaba siendo objeto de una investigación judicial cuando los agentes que le tenían pinchado el teléfono constataron que utilizaba habitualmente los servicios de un nigeriano, Chinedu Thomas Ehiem, de 42 años, cantor de la capilla Giulia de la basílica de San Pedro, para contratar los servicios sexuales de hombres jóvenes.
Por su parte, Marco Simeon, es un joven protegido del secretario de Estado, Tarcisio Bertone, y a quien el arzobispo Carlo Maria Viganò —enviado a EE UU tras denunciar la corrupción del Vaticano—- ya relacionó en el pasado con la corrupción económica dentro de los muros de la Iglesia. Pasado el tiempo, el joven protegido de Bertone también fue señalado como uno de los responsables de la caída en desgracia deEttore Gotti Tedeschi, el anterior presidente del Instituto para las Obras de Religión (IOR), el banco del Vaticano. Gotti Tedeschi fue violentamente despedido en mayo de 2011 después de que, durante dos años y medio, intentara sin éxito limpiar las finanzas de la Iglesia.
Tras su destitución, y ante el temor de ser asesinado, Gotti Tedeschi, viejo amigo del Papa, escribió un informe —ahora en poder de la justicia— dejando constancia de su lucha infructuosa contra los vicios contables de la Iglesia. La presidencia del IOR quedó vacante nueve meses y no se cubrió hasta la pasada semana. No deja de ser significativo que la última decisión de Benedicto XVI como Papa haya sido la de poner al frente del banco a un alemán, el barón Ernst Von Freyberg. Unas horas después se supo que el joven Marco Simeon había sido destituido al frente de Rai Vaticano. También en el ajedrez vaticano, los peones son los primeros en caer.
A los escándalos por el poder, el sexo o el dinero se une el más triste de todos. El que supone la negación de la justicia y el consuelo a las víctimas de la pederastia. La polémica sobre si los cardenales sospechosos de haber ocultado los actos de pederastia deberían abstenerse de participar en el cónclave no hace más que crecer. El asunto, que fue puesto sobre la mesa por la revista católica Famiglia Cristiana y la organización estadounidense Catholics United, solo tenía como objetivo en un primer momento al cardenal Roger Mahony, acusado de encubrir durante sus 26 años al frente de la diócesis de Los Ángeles a 129 sacerdotes acusados de abusos a menores. Pero enseguida el foco se posó también sobre el cardenal primado de Irlanda, Sean Brady, y el cardenal belga Godfried Danneels. Pero no serían los únicos manchados por un escándalo tan grave. En algún momento de sus vidas, el estadounidense Justin Francis Rigali, el australiano George Pell, el mexicano Norberto Rivera Carrera, el polaco Stanislaw Dziwisz y el argentino Leonardo Sandri también desoyeron el sufrimiento de las víctimas. De hecho, uno de los candidatos a suceder a Benedicto XVI, el cardenal de Nueva York, Timothy Dolan, acaba de declarar en la investigación de abusos sexuales atribuidos a sacerdotes de Milwaukee, donde él fue arzobispo entre 2002 y 2009.
Los grandes escándalos que Benedicto XVI no supo atajar durante su pontificado se presentan ahora, con su rostro más crudo, en el momento de la despedida.

miércoles, 13 de febrero de 2013






CELEBRAMOS LA DECISIÓN DEL PAPA BENEDICTO XVI DE RENUNCIAR A SU CARGO

Como Católicas celebramos la decisión del Papa Benedicto XVI de seguir los dictámenes de su conciencia y renunciar a su cargo, reconociendo que la edad y su estado de salud ya no le permitían asumirlo convenientemente. Aunque sea poco realista esperar que alguno de los 119 cardenales, que será elegido Papa por sus pares, tenga la voluntad y la capacidad de modificar sensiblemente el rumbo que se le ha dado a la Iglesia católica institucional en los últimos 35 años, aprovechamos la oportunidad del Cónclave que se avecina para reiterar la agenda de cambio que la feligresía católica viene impulsando desde ese gran hito que representó en la historia de nuestra Iglesia el Concilio Vaticano II:

-  El reconocimiento institucional de que mujeres y varones tienen, gracias al bautizo, la misma dignidad, los mismos derechos y las mismas responsabilidades. Es un escándalo cada vez menos soportable para un número creciente de católicas y católicos que en una comunidad internacional que lucha contra la violencia de género justificada por fundamentalismos religiosos, la Iglesia institucional siga discriminando a las mujeres en cuanto a su papel dentro de la vida eclesial.

-  El reconocimiento de la libertad de conciencia. La conciencia es la máxima autoridad moral, no sólo para un pontífice que decide renunciar a su cargo, sino así mismo para quienes deciden en materia de sexualidad, de pareja, de divorcio y un matrimonio subsiguiente, de reproducción humana.

-  El reconocimiento de la libertad religiosa que proclamó el Concilio Vaticano II. La libertad religiosa es un derecho humano individual. No puede equiparase de ninguna manera a una “libertad para la Iglesia institucional de hacer lo que le plazca sin necesidad de rendimiento de cuentas”. Empezando por el encubrimiento del abuso sexual de menores y de mujeres por miembros del clero. Pero también por ejemplo como entidad proveedora de servicios de salud reproductiva, cuando, contrariamente a las legislaciones vigentes en muchos países, se le impone a su personal médico directivas que violan el derecho a la libertad de conciencia de estos, como se da en el caso de distribución de condones como profiláctico en la lucha contra el VIH o en materia de anti-concepción y de aborto. La libertad religiosa incluye por su puesto también el respeto de las demás Iglesias cristianas hermanas, de las demás religiones, pero igualmente el pluralismo creciente dentro de la propia comunidad católica.

-  El reconocimiento de la separación de la Iglesia y el Estado empezando por ponerle fin a la entidad de poder ambigua de la “Santa Sede/Ciudad del Vaticano” como Estado/Religión. Renunciando así mismo a todos los concordatos y demás privilegios políticos que son contrarios a la idea de una iglesia pobre.

-  El compromiso con la justicia social y los derechos humanos en todos los ámbitos, empezando en su propio seno, para dar el ejemplo al mundo de una Iglesia amorosa, incluyente y respetuosa de las diferencias y de las libertades individuales.

-  El retomar el llamado del Concilio Vaticano II el cual propuso, entre otros temas, romper con la estructura piramidal y excluyente que tiene esta Iglesia.


Son grandes los cambios que se han dado en los últimos años. Benedicto XVI deja una Iglesia institucional en gran crisis. Mientras el Papa promovió con determinación una agenda política de restauración alentando a los sectores más fundamentalistas de la Iglesia, sectores crecientes de la comunidad eclesial se sintieron incomprendidos, abandonados, burlados, alienados, irrespetados. Muchos, ante todo entre las mujeres y la juventud, se han alejado sobre la punta de los pies, sin necesariamente dejar de sentirse católicos, pero desarrollando una madurez religiosa que ya no aceptará estructuras eclesiales pre-democráticas.

Es muy probable que el próximo Papa sea conservador. Pero aunque milagrosamente fuera elegido uno de los pocos cardenales liberales, mientras la Curia romana siga en pie, será esta quien tenga el timón del “barco de Pedro” bajo su control. Pero las católicas y los católicos de a pie ya hace rato que hemos dejado de mirar y escuchar lo que se diga en el Vaticano mientras intentamos obrar por un mundo mejor y mas evangélico. Y así seguiremos procediendo después del Cónclave anunciado.