viernes, 29 de junio de 2012





Concilio Vaticano II
Testimonio de Gladys Ethel Parentelli

2012-Testimonio de Gladys Ethel Parentelli Manzino, Auditora al Concilio Ecuménico Vaticano II, presentado el 26 de junio de 2012 en el Curso Internacional de Verano: El  Vaticano II, Concilio del Diálogo. Cincuenta Aniversario, en la sede de Santander de la Universidad Internacional Menéndez Pelayo, del 25 al 29 de junio de 2012.


1. En 1962, cuando Juan XXIII convocó al Concilio Ecuménico Vaticano II, su anuncio significó una revolución no solo para la iglesia católica sino también para el mundo cristiano. Su preparación, no solo espiritual sino también práctica, de todo lo que supusieron los aspectos organizativos y materiales también repercutió en el mundo en general. A mediano plazo, el desplazamiento de más de dos mil obispos y los expertos que los asesoraban, que algunos quizá iban a Roma por la primera vez, supuso una marea de personas que debió abandonar su vida normal en sus diócesis, desde pequeñas ciudades de todos los Continentes para hacer avanzar su participación.

No hay que olvidar que Roma dejó de ser solo el destino de turistas para ser el centro del entusiasmo de miles de personas que se sumaban a las actividades, que el movimiento de pasajeros en los cinco Continentes dejó de tener aviones casi vacíos para aumentar en forma desmesurada.


1.2. En la iglesia católica, entre los principales precursores de lo que sería el espíritu del Concilio Ecuménico Vaticano II, se encontraban los movimientos juveniles de Acción Católica Especializada, ACE, para el medio ambiente obrero, JOC, y agrícola, JAC, que crearon la metodología del ver-juzgar-actuar en la década de los 30, siglo XX. Posteriormente, se fundaron otros similares para los medios estudiantil, universitario e independiente.

Los laicos y sacerdotes asesores de los equipos de ACE, con su amorosa solidaridad basada en la Buena Nueva de Jesús, sus actividades para promover la reflexión, la responsabilidad personal y comunitaria, la justicia social y la innovación litúrgica se diferenciaron de la Acción Católica General que tenía como objetivos sumar adeptos, llevar a los jóvenes a las iglesias, sin, jamás, contradecir a su párroco.

El ambiente de eventos de los movimientos de ACE trasmitían un dinamismo y entusiasmo que se llenó de nuevas esperanzas cuando Juan XXIII insistió en la necesidad de la apertura eclesial hacia los problemas humanos. También, porque en la encíclica Pacem in Terris (1963) Juan XXIII fue el primer papa que se atrevió a llamar por su propio nombre a los derechos humanos.

Los laicos y laicas Auditores, recordamos el entusiasmo de quiénes nos buscaban para trasmitirnos sus ideas y preocupaciones y las esperanzas que ponían en el Concilio como instrumento para lograr una iglesia más abierta, que pusiera en práctica fielmente las enseñanzas de Jesús: He venido para que tengan vida y encuentren la plenitud. (Juan, 10, 10)

1.3. La Teología de la Liberación que nació a la par del Concilio, marcó, de manera significativa, la orientación y la vida de las iglesias cristianas en América Latina, porque aportó un análisis realista y crudo de los sistemas de opresión y de exclusión que nos rigen. Para ello desarrolló una doctrina y praxis de solidaridad.

La Teología de la Liberación alcanzó estos logros porque sus líderes desecharon cierta ortodoxia y pusieron manos a la obra. Con sus prácticas de liberación de los oprimidos promovió multitud de grupos eclesiales y para-eclesiales, de acción y de reflexión, realizadas en Comunidades Eclesiales de Base, en centros para la defensa de los derechos humanos, etcétera.

En los grupos promovidos por la Teología de la Liberación las mujeres fueron mayoría. Ello coadyuvó para que ciertas teólogas comenzaran una labor propia, de reflexión y creación, que dio lugar a la Teología desde la perspectiva de la mujer. Los encuentros de teólogas, su intercambio de ideas y experiencias, les permitió avanzar y echar mano de la hermenéutica de la sospecha por medio de la cual pusieron en tela de juicio los dogmas de la teología oficial y, así, avanzar hacia la Teología Feminista y, posteriormente, a la Teología Ecofeminista. Ellas inspiran a otras mujeres en los demás países.



1.4. Aunque no hayamos leído todos los documentos aprobados por el Concilio, todos los cristianos sabemos cuál fue su espíritu:

-reconoció que laicos y clero tienen la misma dignidad, lo que implica la noción de iglesia-pueblo-de-Dios y no la de rebaño que sólo puede obedecer órdenes,

-decidió la democratización de sus propias estructuras, para eliminar los verticalismos con toda la carga negativa que estos conllevan,

-optó por el aggiornamento, es decir estar atenta a los signos de los tiempos, a las verdades y necesidades de la Vida toda.


Por su parte, en América Latina, la alta jerarquía de la iglesia a pesar de los lastres que ella misma conlleva (dogmatismo, autoritarismo, y, en ocasiones, connivencia con corruptos poderes políticos) siempre tuvo figuras que se destacaron por llevar a la práctica el espíritu del Concilio. Nos limitaremos a un solo nombre paradigmático: el obispo de Recife, Helder Cámara, su amor por el pueblo, su labor pastoral, su Instituto Teológico. Al mismo tiempo multitud de obispos y las conferencias nacionales de obispos, no por decisión unánime pero sí mayoritaria, tomaron decisiones pastorales cónsonas con el espíritu del Concilio.


1.5. Es hora de preguntarnos ¿Qué ha hecho el Vaticano con su obligación de llevar a la práctica las decisiones del Concilio?

No podemos callar que el Vaticano olvidó que hubo papas que se llamaron Juan XXIII y Pablo VI, que ellos convocaron el Concilio y, con toda la iglesia, lo llevaron a buen término.

En efecto, por estar enfrascados en la cotidiana lucha por la vida, no todos podemos tomar el tiempo de seguir la actividad del Vaticano, pero quienes lo hemos hecho y quienes tienen buena memoria, sabemos lo que ha sucedido. En estas décadas, hemos sido testigos del pecado de omisión permanente en que cae el Vaticano al rechazar el espíritu y las decisiones del Concilio e imponer su frío autoritarismo:

-el hostigamiento y las campañas de desautorización hacia los líderes de la Teología de la Liberación que limitaron sus avances;

-los juicios y suspensiones en sus cargos que sufrieron decenas de destacados teólogos y moralistas, como Bernard Häring y Hans Küng, quienes se destacaron por sus aportes al Concilio;

-las presiones a que se sometió a congregaciones de religiosos para dejar sin efecto las propias orientaciones que, comunitariamente, habían decidido;

-las órdenes a conferencias nacionales de obispos, como la del Ecuador, de suspender sus decisiones relativas a una mayor participación de las mujeres;

-la prioridad dada a la fidelidad al papa, antes que al Evangelio, que se exige a cada obispo y la separación de destacados obispos y arzobispos de sus cargos por sus actividades basadas en la fidelidad al Evangelio;

-las manipulaciones de todos los sínodos de obispos que el Vaticano reunió durante el papado de Juan Pablo II.

-la orientación dogmática e inquisitorial de la mayoría de las encíclicas que Juan Pablo II publicó.

Si todo esto se ha hecho con, o contra, colectivos de obispos, sacerdotes, teólogos, teólogas ¿cómo podríamos sorprendernos de la actitud de los jerarcas vaticanos con respecto a las mujeres que luchamos por la justicia y, en especial, frente a las lideras feministas? En este aspecto, Ratzinger, fiel heredero del Santo Oficio, creador de la Inquisición, parafraseando al Malleus Maleficarum piensa que: Nadie hace más daño a la Fe Católica que las mujeres.


2. Relato de la estada de Gladys Parentelli en Roma


2.1. En agosto 1964 llegué a Roma desde Yaundé, Camerún, donde durante dos meses se desarrollaron varios seminarios que culminaron con la Asamblea General del MIJARC, Movimiento Internacional de la Juventud Agraria y Rural Católica, donde fui electa presidenta de su rama femenina.

-En Roma, mis actividades, junto a Arlindo Sandri, presidente saliente, concernían el Concilio Ecuménico Vaticano II. Al mediodía, íbamos a la plaza de San Pedro a esperar la salida de los obispos de la asamblea general, seguir las informaciones de las salas de prensa, la vaticana, pero la más atrayente era la de la Conferencia de obispos de Holanda, la mejor equipada y más concurrida por la variedad de informaciones no necesariamente oficiales que daba. Allí encontré muchas personalidades, como Lanza del Vasto, de quien había leído sus libros de espiritualidad, una figura impresionante, con su macuto de tela, original cuando los varones no usaban cartera.

-Nos entrevistábamos con obispos latinoamericanos, como el de Recife, Don Helder Cámara, quien nos citó de madrugada por lo cual regresamos juntos, en autobús, a la sesión conciliar desde el Colegio Pío Latinoamericano donde él se alojaba, y hasta nos pagó el pasaje.

-Participamos en eventos varios organizados por Organizaciones No Gubernamentales, ONG, católicas. Uno, fue la Asamblea General del MIAMSI=Movimiento Internacional de Apostolado de los Medios Sociales Independientes, movimiento adulto de la JIC, Juventud Independiente Católica. Su presidenta era Marie Louise Monnet (hermana de Jean quien es llamado el padre de Europa por su contribución a la creación de la UE) quien con su imponente figura de gran dama se movía con gran seguridad y elegancia. Ese domingo los participantes de esta Asamblea fuimos a la Basílica de San Pedro. Después del Evangelio, el papa Paulo VI leía su discurso, con frases dirigidas a cada ONG invitada, y cuando se refirió al MIAMSI, dijo que cumple su labor misionera en el medio independiente cuya fundadora es la señora, Marie Louise Monnet, en ese momento levantó su vista del texto y mirándonos dijo: quiero anunciar que la he nombrado Auditora al Concilio; enseguida siguió con su lectura. Pero ya nadie lo oía porque todo nos emocionamos y comenzamos a comentar que éramos testigos de un hecho histórico, el nombramiento de la primera mujer, pues hasta ese momento había varios varones entre ellos Jean Guitton, el primero, un francés nombrado por Juan XXIII.

-El nombramiento fue así anunciado porque se dijo que el papa había dado una lista de mujeres al jefe de la secretaría general del Concilio, Pericle Felice, quien no había obedecido porque, se decía, que era una gran misógino, nunca hablaba con una mujer, lo que constatamos porque cuando estábamos como auditoras, a pesar de estar sentadas frente y muy cerca de él, ni nos miró nunca.

-Al día siguiente compramos el diario de la Curia, L’Osservatore Romano, pero a pesar de que transcribía el discurso del papa, no así la frase que él había agregado del nombramiento de Monnet.

-Esa semana se hizo el anuncio oficial del primer grupo de auditoras entre quienes se encontraba Pilar Bellosillo, de España, presidenta de las OIC, Organizaciones Internacionales Católicas. Eran una decena, con alta proporción de Superioras Mayores de Congregaciones de mujeres, de EEUU, Canadá, Europa.


2.2. El 10 de octubre de 1964 el papa recibió en audiencia a la nueva directiva del MIJARC, uno de los asuntos que le planteamos fue la conveniencia de nombrar un auditor que representara al medio rural, nos pidieron una terna de nombres y un buen día recibimos una nota en la cual se anunciaba mi nombramiento. Yo tenía claro que esto era algo nominal, que no tendríamos sino muy poca o ninguna influencia en el Vaticano, lo tomé como una responsabilidad más entre las varias que ya tenía. En el MIJARC estábamos muy felices porque suponía un reconocimiento al movimiento y a los jóvenes rurales que eran miembros.

-El 24-07-1965, cuando el papa Paulo VI me nombró una de las 17 Auditoras al Concilio, me gustó que lo hiciera porque era la primera vez en veinte siglos que las mujeres eran tenidas en cuenta, pero lo que más me alegraba era que, el Concilio, iba a poner en práctica el aggiornamento que Juan XXIII había prometido al anunciarlo, lo que suponía que la iglesia dejaría de ser la institución vertical manejada solo por sus patriarcas y así habría una rectificación, actualización, que tendría en cuenta la realidad, las necesidades de los seres humanos y las exigencias que, una legión de lideres y lideras bautizadas, les planteábamos a los obispos y al mismo Vaticano.

-Después de darme un permiso en una tarjeta, para ingresar a la Basílica, el 23-09-1965, me entregaron el Pasaporte vaticano por parte del Secretario de Estado, cardenal Amleto Cigognani, con la sorpresa que mi nombre estaba cambiado a Claudia en latín, lo que me hizo recordar que, cuando fui bautizada, el párroco dijo que mis nombres no eran cristianos y me bautizó solo con el nombre María, sin saber que mi hermana mayor tenía ese mismo nombre. Con 30 años de diferencia la jerarquía era consistente con sus ideas.


2.3. La mayoría de las Auditoras eran del Hemisferio Norte, estaba Rosemary Goldie de Australia y otras dos de América Latina, la argentina Margarita Moyano Llerena, presidenta de la FMJCF, Federación Mundial de la Juventud Católica Femenina, que federaba la Acción Católica General; y Luz María Álvarez Icaza, que con su esposo eran presidentes del Movimiento Familiar Cristiano de México mas dos varones de Argentina y Brasil. De África había solo un varón M. E. Adjakpley.

-Al inicio de cada sesión se celebraba Misa, lo laicos podíamos comulgar y lo hacíamos cada día. Yo lo hacía con la cabeza descubierta y mangas cortas, como estaba habituada en Uruguay y en la Parroquia Universitaria de Lovaina, pero esto estaba mal visto, de modo que cuando los fotógrafos oficiales del Concilio me tomaban fotos estas no eran expuestas.

-Me preguntaba cual era el rol de los Auditores, he revisado varios diccionarios, comprendido etimológicos en lengua castellana e italiana, en algunos se dice que un Auditor es un asesor en varias ramas comprendida legales y militares, mientras que en otros, se dice que es solo un oyente. Como nuestro cometido parecía que era solo oír y ver, nos daba la tentación de hacer chistes o repetir los de otros. Los auditores entrábamos a la Basílica por la puerta de Santa Ana, que era la misma que utilizaban los cardenales con sus automóviles Cadillac, como los que usaban los Presidentes de EEUU. Sus placas tenían la sigla SCV, Sacra Cittá Vaticana, pero los italianos decían que significaba Se Cristo Vedese, es decir Si Cristo viera, cómo la curia exponía su lujo tan lejano de las enseñanzas de Jesús.

-Ver de tan cerca el frufrú de la seda de los ropajes de aquella gerontocracia, la mayoría achacosa, que, en algunos casos, los cardenales estaban tan imposibilitados que sus choferes o guarda espaldas los bajaban sosteniéndolos por los codos hasta depositarlos en sus asientos. Descubrimos que algunos no controlaban sus esfínteres, cada mediodía ¡ay! al salir de la larga asamblea sus ropas estaban mojadas.

-La catedral estaba llena de sillas ordenadas en escalinatas donde se sentaban los padres conciliares y frente al altar de Bernini había unas más bajas delante de las columnas, donde a la derecha de la entrada, estaban ubicados los observadores de otras iglesias, cristianas o no, y a la izquierda estábamos los auditores, los varones muy cerca de los cardenales y las mujeres hacia el altar en la Tribuna denominada Auditorium.

-En un lado del recinto había una cafetería, cuando el secretariado descubrió que las auditoras íbamos a tomar café, invitadas por algún obispo amigo, montaron otra especial para nosotras, donde unos payasos vestidos de levitas negras nos ofrecían café de unos termos. El día que el obispo Sergio Méndez Arceo, de Cuernavaca, descubrió esto vino a acompañarnos, pero los cafeteros lo expulsaron del lugar.

-Del ambiente dentro de la Basílica, recuerdo que en la medida que se discutían los Esquemas, así llamaban a los documentos que la asamblea debía considerar, se daba el derecho de palabra, que era trasmitida por altavoces, nosotras oíamos el latín sin entender nada, salvo cuando venía un jesuita amigo que nos traducía.

-En los pasillos había siempre grupos de obispos que conversaban. Pocos parecían poner atención, salvo que el expositor fuera una personalidad destacada, como cuando intervino el Superior General de los Jesuitas. Había observadores invitados por un día, en una oportunidad vino un teólogo uruguayo, me dijo. Esto es un relajo. Digo ¿qué es un relajo? Me responde: Que hoy aquí nadie oye. Le digo: Esto no es solo hoy, siempre es así.

-En la plenaria se oían las intervenciones y se votaba, no había discusiones, estas se hacían en las tardes en las Comisiones por Esquema encargadas del trabajo de redacción. Algunos auditores participamos en cuatro de ellas: las de libertad religiosa, apostolado de laicos, misiones y el Esquema 13 titulado La Iglesia en el mundo de nuestro tiempo, que, para nosotros, era el documento clave.

-Las Comisiones designadas por la Curia habían redactado los Esquemas que serían considerados y después votados. Se suponía que introducían los cambios sugeridos pero nosotras poco sabíamos del cómo, y del por qué. En la sesión en la que participé, que era la última, se sometieron todos los esquemas a votación, oíamos a menudo las palabras Placet ó No placet, es decir Sí ó No, con el número de votos positivos y negativos que se hacían por boletas. Al ser aprobados los Esquemas se transformaban en Constituciones Pastorales.


2.4. Los auditores elegimos un coordinador, Mieczyslaw de Habicht, y nuestro representante ante el secretariado del Concilio. Por nuestro deseo de participar, hacer un aporte, pedimos intervenir en la plenaria sobre el Esquema 13 que estaba traducido a varios idiomas. Esto se nos negó con la excusa de limitaciones de tiempo por una hipotética larga lista de obispos pendientes de intervenir y nos propusieron la posibilidad de intervenir sobre el Esquema de las Misiones, que estaba solo en latín por lo cual fue necesario traducirlo al francés en una noche. Decidimos una comisión de cuatro personas, entre quienes estaba el auditor africano. Redactamos un texto crítico pero suave. Nuestro coordinador, debió someterlo al cardenal Suenens, de Bruselas, quien era el contacto nuestro con el Secretariado General. Cuando fue presentado resultó que el texto constaba solo de media cuartilla y era un agradecimiento por haber sido nombrados auditores. Ante esta tan desagradable sorpresa supimos que el texto redactado por la Comisión había sido rechazado por Suenens con el argumento que, de ningún modo, nosotros podíamos criticar un Esquema, que esto solo era el derecho de los padres conciliares, y que Suenens mismo había redactado el texto leído ante la asamblea de obispos. También él había decidido que quien le diera lectura fuera el africano ¿para que quedara constancia de que este continente estaba representado?


2.5. Ante todo lo que he relatado, yo me encontraba muy decepcionada por el rostro que veía de la iglesia. En una oportunidad erré durante horas por las calles de Roma, de pronto, me encontré ante las turbulentas aguas del Tíber y me pregunté si esta no era una buena solución, para cortar de una vez con la situación en que me encontraba. Mi decepción era tal que decidí  regresar a Lovaina a continuar mis tareas pendientes.

Aunque debo reconocer que este fue un lapso de aprendizajes de todo tipo, en especial acerca de los métodos de la curia, ya no regresé a las sesiones del Concilio, que fue clausurado ese mismo año.


2.6. Las católicas feministas íbamos a visitar la tumba del Papa Bueno para pedirle más luz para la iglesia.

Nosotros los laicos quizá no fuimos realistas cuando pretendimos que la jerarquía vaticana nos tratara de igual a igual, pero la de esa década era una época, más que excepcional, irrepetible desde todo punto de vista, donde y cuando no solo Juan XXIII quería cambios también estaban los estudiantes que manifestaban en las ciudades europeas, los movimientos por los derechos civiles en EEUU, el rechazo a la guerra del Vietman, los movimientos feministas en plena efervescencia, las guerrillas que promovían cambios políticos en América Latina con el Che Guevara de líder y hasta los BEATLES en Gran Bretaña que sacudían la cultura y no solo la musical.






ANEXO:


-Varias investigadoras me dicen que han buscado la lista de Auditoras en Internet y no la encuentran.

-Una religiosa estadounidense publicó el libro: McEnroy, Carmel: Guest in Their Own House. The Women of Vatican II, Crossroad, New York, 1996


-Lista de las 17 Auditoras al Concilio Vaticano II:


Álvarez-Icaza, Luz María. México

Baldinucci, Sor Constantina. Hermanas de la Caridad. Italia

Bellosillo, Pilar. España

Chimy, Sor Jerome María. Hermanas de María Inmaculada. Canadá

Ghanem, Sor Henriette. Líbano

Goldie, Rosemary. Australia

Grillo, Ida. Italia

Guillemen, Madre. Superiora General Hijas de la Caridad. Francia

Khousam, Sor Marie de la Croix. Hermanas del Sagrado Corazón. Egipto

Luke SL, Sor Mary. Presidenta Conferencia de Superioras Mayores de Institutos Femeninos. USA

McCarthy, Catherine. USA

Miceli, Alda. Italia

Monnet, Marie-Louise. Francia

Moyano Llerena, Margarita. Argentina

Parentelli, Gladys. Uruguay

Roeloffzen, Anne Marie. Holanda

Vendrik, María. Holanda