Campaña en Twitter, en solidaridad con
los estudiantes de Venezuela
Siempre he dicho que desnudar
el cuerpo, aún siendo "difícil" es fácil, lo más difícil es desnudar
el alma. Ante el cuadro doloroso, triste y lamentablemente que
observamos en los últimos acontecimientos ocurridos en nuestra Universidad.
Frente a estos ataques que no puedo calificar de ninguna manera, porque se me
escapan los adjetivos frente a la miseria que representan, quiero expresar ahora mi sentir,
pues llevo demasiado tiempo en silencio, pero siendo consecuente con lo que
digo en principio, quiero desnudarme un poco frente a ustedes... Nuestros
jóvenes, antes de que los grupos violentos los desnudaran, despojándoles de su
ropa, ya previamente y con mucha valentía, ya se habían desnudado, ejerciendo
su derecho constitucional a la protesta.
Con angustias y con miedo, ya habían
desnudado su espíritu, con aciertos y desaciertos, como personas, como
ciudadanos y ciudadanas, ya se habían despojado de sus ropajes, sabiendo que se
exponían, en medio de esta polarización que ha sacado lo peor de los
venezolanos y las venezolanas, hasta el punto que poco a poco hemos dejado de
reconocernos. Como ya han dicho algunas personas, lo que podemos llamar
humillación para los estudiantes que protestan, no lo es, por el contrario, los
engrandece; mucho más se denigran y se humillan quienes comenten estas
atrocidades.
Personalmente y como Profesora Ucevista, rechazo totalmente estas acciones y me
embarga un profundo dolor y también siento miedo, pero no sólo a las bombas
lacrimógenas, no sólo a los disparos, no solamente a las balas de los fusiles,
siento miedo a que tanto odio, tanto enfrentamiento nos lleve a
desconocernos y a olvidar que tod@s hemos crecido en un mismo vientre, de una
misma madre que se llama Venezuela y esta madre está partida en mil pedazos y
todas y todos lo sabemos, independientemente de la posición política con la cual
nos identifiquemos. Le temo a las balas de las palabras, del irrespeto
a las diferencias, al desconocimiento cotidiano de las otras personas.
Siento un dolor profundo y mucho
miedo frente al "aquí no está pasando nada", "eso es sólo en el
este". Pero también le tengo miedo a la desconsideración y a las
güarimbas prolongadas, a la destrucción de los espacios que nos pertenecen a
tod@s. Le temo a las palabras hirientes y descalificadoras de ambos grupos.
Pero con miedo y todo, rechazo todos estos ataques y me comprometo
a hacer lo posible para crear espacios para la convivencia, para entrar en
contacto nuevamente, para reconocernos nuevamente en el día a día. Me
comprometo a reflexionar en conjunto sobre el significado y la trascendencia
del concepto de la paz. Para promoverla debemos ser
congruentes con el decir y el hacer, o por lo menos, hacer esfuerzos
verdaderamente sinceros.
Tenemos que
trabajar mucho para reconstruirnos, para mirarnos nuevamente a los ojos, para
hablarnos sin herirnos, para ser empáticos y ponernos en el lugar del otro, de
la otra. Felicito a nuestras y nuestros estudiantes que día a día desnudan su
espíritu, su mente, su voluntad, para expresarse y exponerse, con pasión, pero
con respeto, sea cual sea su posición política y también los invito a todos y
todas a fortalecer espacios para la convivencia, en medio de las diferencias.
Hablemos
primero de respeto por los derechos humanos de todas las personas y luego,
comencemos a hablar de paz; con esta palabra, se está haciendo cualquier cosa
en los últimos tiempos, no sólo en nuestro país, también en otros
espacios del planeta. No es destruyendo como vamos a reconstruirnos,
nada se construye con base en la destrucción de las demás personas, ni de
los bienes materiales, ni del medio ambiente. Tampoco nos acercarán y
reconciliarán los cordones policiales y sus agresiones. Por sobre todas las
cosas, no nos reconstruiremos, si no somos capaces de ceder y de escuchar
a los demás.
No podremos reconciliarnos, si cada
venezolano y cada venezolana, no es capaz de ponerse en lugar del otro, de la
otra persona y por supuesto, tampoco lo haremos, negando la existencia
del conflicto; es considerando la existencia del mismo y haciendo una puesta en
común en términos de respeto por los derechos humanos de todas y todos,
con verdadera congruencia y por qué no decirlo también, asumiendo
nuestras equivocaciones y con buena voluntad, como
podremos conciliarnos. Esta locura no nos llevará a ninguna parte, esta sordera
polarizada, sólo profundiza la crisis de un país que ha tenido y sigue
teniendo sueños y ha luchado por alcanzarlos. ¡Nos urge la
reconciliación! Para lograrla, debemos despojarnos de nuestros
ropajes, desnudando nuestro sentir y nuestro compromiso para transformar
y revertir esta situación. Luchemos en principio, en buena lid,
por la dignidad en el más amplio sentido de la palabra, por la
reconciliación de los venezolanos y las venezolanas, aunque las dudas, las
angustias y el miedo nos abracen. Un abrazo es un abrazo.
Isabel Zerpa A.
Directora del Centro de Estudios de la Mujer
CEM UCV